Cuando llegué al cole a las 9 menos 10, no había
nadie.
Estaba súper nervioso, me puse a buscar por todos
lados: en el comedor, en el aula, en la sala de
profesores, y nada, no había nadie y parecía que no iban a aparecer.
Llegaron las 12 y no aparecía nadie. Mientras yo rastreaba las clases encontré un papel con una especie de moco
gelatinoso que decía: “Entregadnos nuestros cuerpos o
sufriréis las consecuencias”
Me quedé de piedra. ¿Quién podía
haber escrito esa carta? Y ¿por qué nos comunicaba que les devolviéramos sus cuerpos?
Seguí buscando y encontré otra vez
moco amarillento, y además ¡Un portal de acceso a otra dimensión! Me daba miedo cruzarlo, pero si quería
volver a ver a mis amigos y amigas convenía que cruzase el
portal y afrontara lo que me esperaba. Una vez dentro aparecí en un sitio
peculiar; había cascadas de chocolate, puentes de algodón de azúcar y un millón
de cosas más de gominolas y dulces. Aquello parecía un país de gominola.
Mientras iba andando encontré un
río de chocolate, me subí a una barca de
turrón y dejé que el río me transportara.
A lo lejos divisé lo que podría ser
un castillo de gominolas y me dirigí hacia allí.
Llegué hasta la muralla. La
puerta estaba cerrada y lógicamente no iba a llamar esperar que
me abrieran , por lo tanto me tocó hacer parkour, hice un giro de 360 grados,
salté el muro de 20 metros y caí de pie.
Haciendo el menor ruido posible me
colé dentro del edificio, vi cámaras de seguridad y me fui escondiendo y
esquivándolas para que no me localizaran. Mientras iba por un pasillo me crucé
con un guardia de seguridad, ¡y era un ser de gominola! Para que no me delatara
me lo comí (estaba muy rico).
Mientras llegaba a la torre central
oí un ruido muy extraño, era como un chapoteo. Descubrí que no era más que
una gotera de caramelo fundido.
Mientras subía unas escaleras
de galleta de chocolate oí un murmullo
detrás de una puerta acorazada con chocolate; de repente se abrió la puerta y
me escondí in extremis debajo de un
mueble de madera de regaliz. Me fijé en que era el rey y tenía una corona con
guindas en las 5 puntas.
Se dirigía a la parte más oscura y
siniestra del castillo.
Le fui siguiendo y resultó ser el
calabozo. Oí unas voces muy familiares.
¡Eran mis compañeros y profesores! Por fin les
había encontrado, aunque aún tenía que salvarlos.
Se me ocurrió una idea: llamar la atención del rey
e intentar que me atrapara, entonces le tiraría al suelo y le quitaría las
llaves, en aquel momento me limité a hacerlo. Pero llamó a los refuerzos y
empezaron a venir docenas y docenas de guardias y me acorralaron.
Hablé con ellos sobre por qué habían secuestrado a
todos y me respondieron al unísono:
“Vosotros en vuestro mundo nos extraéis el alma del
cuerpo y os coméis nuestro cuerpo de gominola, y ahora nosotros vamos a hacer
lo mismo”
Yo me quedé pasmado ¡Querían comernos! Me puse a
dialogar pacíficamente con ellos y acordamos no comer más gominolas y
devolverlas a todas su alma.
Entonces liberaron a todos.
Cuando nos dirigíamos
hacia el portal el rey apareció de la nada y me dijo:
“Hijo despierta que llegas tarde al cole”
Entonces me di cuenta de que todo había sido un sueño.
Fui al cole como un día normal y no había nadie, entonces me puse a buscar por
todos los lados y cuando estaba a punto de irme a casa aparecieron todos
dándome un susto gritando “sorpresa” y entonces me di cuenta de que era mi
cumpleaños y se me había olvidado. Relato realizado por DAVID MARTÍNEZ
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ResponderEliminaruna historia muy interesante
ResponderEliminarcomo mola
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